Me resulta difícil hablar de música. Creo que es lo más cercano a lo que alguien llama la “caverna sensorial”; trato de recordar el concierto de Zoé en el Teatro Mayor y sólo vienen a mí sensaciones… Escucho música, todos los días; a veces una emisora (la misma de hace diez años), otras una canción (que se repite una y otra vez), otras más un álbum (que se repite hasta terminar con la batería del reproductor)… Con Zoé es el Memo Rex Commander y el corazón atómico de la Vía Láctea porque “Vía Láctea”, porque “Vinyl”, porque “No me destruyas”, porque “Corazón atómico”, porque “Nunca”, porque “Paula”…
Ya sé lo que iba a encontrar, lo que escucharía: Música de fondo con la Filarmónica de fondo y sí, todo es perfecto, todo suena absolutamente como lo imaginé y mejor. El vocalista juega con sus juguetes electrónicos para entregar una voz que siempre parece venir de otro lugar, de otro espacio; la voz de ella parece venir de otro cuerpo y los botones que pulsa la conectan a ese cuerpo. Tenía la ventaja (¿?) de no haber visto ninguna imagen de MTV y las imágenes que tengo ahora son las únicas que hay en mi memoria… Es extraño recordar hoy que hace doce años pasaban los videos de Zoé y a mi hermano y a mí nos parecía un sonido tan nuevo, tan de otro mundo, de otro milenio y, al mismo tiempo, tan del fondo de nosotros mismos; es extraño que ahora estuviera sentada al lado de dos adolescentes que gritaban más que yo hace doce años; es extraño que yo no deje de recordar una canción que no estaba en el repertorio (no la “Bésame mucho” del final) y que tocaron al principio, una canción que ninguno de los allí presentes había escuchado (eso dijo él). Fue un regalo para los que estuvimos allí y fue una guitarra y unas palabras que me llevaron muy lejos, cruzando el océano, que me hicieron pensar en hombres a quienes no les importaría morir, hombres que no piden nada, hombres que no dan nada, hombres instantáneos, hombres que sólo quieren arrancarle al día algo que los haga sentir, algo…
Ya sé lo que iba a encontrar, lo que escucharía: Música de fondo con la Filarmónica de fondo y sí, todo es perfecto, todo suena absolutamente como lo imaginé y mejor. El vocalista juega con sus juguetes electrónicos para entregar una voz que siempre parece venir de otro lugar, de otro espacio; la voz de ella parece venir de otro cuerpo y los botones que pulsa la conectan a ese cuerpo. Tenía la ventaja (¿?) de no haber visto ninguna imagen de MTV y las imágenes que tengo ahora son las únicas que hay en mi memoria… Es extraño recordar hoy que hace doce años pasaban los videos de Zoé y a mi hermano y a mí nos parecía un sonido tan nuevo, tan de otro mundo, de otro milenio y, al mismo tiempo, tan del fondo de nosotros mismos; es extraño que ahora estuviera sentada al lado de dos adolescentes que gritaban más que yo hace doce años; es extraño que yo no deje de recordar una canción que no estaba en el repertorio (no la “Bésame mucho” del final) y que tocaron al principio, una canción que ninguno de los allí presentes había escuchado (eso dijo él). Fue un regalo para los que estuvimos allí y fue una guitarra y unas palabras que me llevaron muy lejos, cruzando el océano, que me hicieron pensar en hombres a quienes no les importaría morir, hombres que no piden nada, hombres que no dan nada, hombres instantáneos, hombres que sólo quieren arrancarle al día algo que los haga sentir, algo…