A
voz polaca, a nuestras seis piernas, a Bogotá –por fin–, y a mis historias para ti...
Hubo un cuarto
donde estuvimos yo y mis recuerdos,
una pieza cálida en el centro del mundo
y mi cerebro en expansión
y mis palabras abigarradas.
Hubo un cuarto con tristezas todavía adolescentes
y deseos más adolescentes aún.
Hubo un cuarto rodeado de montañas
con un valle al fondo:
paisajito digno de fotografía
que sólo tuvo mi cuerpo sobre la cama
mirando el techo.
que se fue llevando poco a poco la tinta de los recuerdos,
que pidió disculpas por sus nuevos anhelos
y luego pateó las puertas
hasta echarlas abajo.
No fue otra exhibición,
sino el silencioso transcurrir de las horas
frente a desencuentros repetidos.
quiero mi oído junto a tus manos,
quiero mi corazón en expansión,
un encuadre panorámico
con la cursi melodía de ocho piernas columpiándose
sobre la acera mojada,
sobre el soleado asfalto
de una ciudad que ahora puedo nombrar
que antes sólo tuvo mar
y un loco en una puerta abandonada.
Photo by Gonzzo.
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