No sé nada de ellos, sólo tengo un nombre: Casino. Resultan ser sólo una excusa para hablar de algo más. Mi humanismo buscado en los sonidos, en las imágenes, en las palabras; simulacros de vidas, de sensaciones que no son nuestras, pero que hacemos nuestras. Hay un lenguaje del cuerpo que es común a todos: lo comprendemos cuando nos indignamos ante el comportamiento de un personaje, cuando nos excitamos con una representación erótica, cuando lloramos con el dolor de una palabra, de una imagen, de un sonido, cuando nos emocionamos con la intensidad de una voz o la elación de un hombre, la dignidad de unas manos, cuando siempre, siempre, podemos mirarnos desde afuera y volver a ver eso que somos, hacemos y sentimos, o cuando podemos, simplemente, salir de aquí adentro y ver siempre, siempre, que la vida también está lejos, donde tal vez nunca iremos, al lado de quien tal vez nunca conoceremos o nunca volveremos a ver.
...Volver a sentir ese algo que se mueve a la velocidad de las teclas, que intente sacudir por espasmos prolongados el pensamiento.
domingo, 24 de agosto de 2008
CASINO chileno
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