

Era el tiempo de llegar del colegio e ir corriendo a prender la grabadora para escuchar el último fragmento del programa dedicado al rock en español, era el tiempo de llorar porque no alcancé a llegar a tiempo para escuchar y grabar la canción que necesitaba como nada más en el universo, era el tiempo cuando no sabía dónde se conseguía esa música, cuando no sabía a quién preguntarle… Es la época de Soda Stereo, de Fobia, de Estados Alterados, de Los Rodríguez, de Caifanes, de Fito Páez, de Rata Blanca y de Héroes del Silencio (ni modo, C.), es la época de Univalle, es la época de la panadería de la esquina sobre la autopista Suroriental, es la época de las tardes, las bellas tardes caleñas, las tardes de brisa y pan hawaiano. He olvidado los nombres de casi todos, recuerdo unos ojos, tal vez una voz y sí, sí recuerdo a alguien muy bien: lentes oscuros, pelo negro, grueso, lacio, largo, largo, jeans ajustados, negros, botas texanas, camisa a cuadros… Era alto y lejano, y tenía una bella novia que hacía juego con él… Lo recuerdo ahora porque se quedó con mi CD de Makro, con mi CD de Fobia, pero también me regaló otras cosas que siempre le agradeceré: una invitación a escuchar el Violator, escuchar a Depeche Mode…
Pasó mucho tiempo para tener otro CD de Fobia, aunque no el mismo; pasó mucho tiempo, pero “Los caminitos hacia el cosmos” nunca se me olvidaron… Anoche, como siempre, grité: “Nada me alivia tanto como irte dejando atrás”, “no entiendes porque no eres yo”, “mi pequeño corazón”, “nunca dijeron que podrías aparecerte tú”, “dame, dame miel del escorpión”, “regrésame a Júpiter”, “haré una alberca en tu ombliguito”, “hipnotízame, idiotízame”, “revolución sin manos” y otras más… Sonidos como juegos de niños, una voz que me sigue haciendo sentir mil cosas (y las piernas de Leonardo en plena acción…), sonidos que llegaban como si vinieran de otro planeta, los pies que se mueven solos, al ritmo de la cabeza…
Un concierto en Theatron es una rumba con música en vivo, pero nosotros no íbamos a tomar (no porque no quisiéramos), sólo a escuchar y a bailar. La espera se hacía larga, el dj también la hacía tediosa, Superlitio no pudo llegar a mejor hora; Elvis, el vocalista de Estados Alterados, estaba por allí también, apoyando a The Mills, y ¡cantó! Lo escuchamos, lo admiramos, lo queremos con otro disco, le disculpamos que se haya ido antes de escuchar a Fobia…
Lo bueno de no madurar del todo es que me siguen gustando ciertas canciones que no paran de sonar en la cabeza…
2 comentarios:
Estuvimos al lado sin saberlo. Me emocioné cuando salió Elvis. (Como en el tributo a rock al parque, las bandas viejitas fueron mi parte preferida)
Grité como nunca con miel del escorpión, el microbito, veneno vil, revolución sin manos, el diablo, etc, etc...extrañe el crucifijo y descontrol.
Salí feliz. Hace mucho esperaba a Fobia.
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