domingo, 25 de noviembre de 2007

“Una parte de la euforia”

Tengo otra vez quince años, en Cali. Estoy en un paseo del colegio en un lugar cerca al parque de los Novios. Hay una piscina con túnel e intento atravesarlo, pero temo que me pase lo del cuento de Cortázar: “No se culpe a nadie” –aunque aún no lo leo– y evado el umbral. Salgo de la piscina, me visto, paso por la cancha de baloncesto y hay un grupo de muchachos de 9º escuchando música en una grabadora: “Nadie me vio partir, lo sé, nadie me espera... Hay una grieta en mi corazón, un planeta con desilusión”... Diez años después del Nada personal, estaba yo escuchando “Cuando pase el temblor” en una cancha de baloncesto... Pregunto quiénes son y pronuncian una combinación extraña, con sonido a comercial pop: Soda Stereo. Ese año, los Soda dieron un concierto en Cali, pero no voy a recordar por qué no fui... Un caleño mechudo, un bogotano calvo y una morenaza paisa fueron a escucharlos y luego se volvieron buenos amigos... Los Soda no volvieron a Cali y dos años después se separaron... Yo conseguí toda la música que pude con mis diecisiete años y mis paseos de chica buena...
Estoy en Bogotá y me duele la garganta... Los Soda se han reunido por tres meses para hacer una gira, una odisea por América. No puedo comparar los conciertos del Soda de antes con el sonido que recrearon anoche, pero sí me queda la sensación de que definitivamente esta no es una segunda parte, sino la confirmación de un “Fue”. Charly, Zeta y Gustavo son cada vez más virtuosos con sus instrumentos, su sonido es cada vez más depurado, se siente cada vez más la técnica que han alcanzado, la madurez de diez años de experiencias musicales por separado, de crecer individualmente. Anoche pensaba que hoy el sonido de Soda es muy contemporáneo; su música seguirá siendo un punto de referencia por lo que hicieron en sus momentos, por su sentido visionario del rock, pero hoy –como un eco de nuestras palabras en un bus destartalado y con un chofer medio ebrio– es una banda que suena perfecto en vivo... Esto lo digo yo que esperé este concierto doce años, yo a quien las letras de Soda le dicen cosas nuevas cada vez que las oye –anoche entendí, por fin, el sentido de “Final caja negra”–, yo para quien la música de Soda expresa mejor que ningún otro grupo mis diferentes atmósferas y emociones...
Guardo en mi memoria la alegría de estar allí, la sorpresa por las canciones que siempre quise oír en vivo. Estábamos muy lejos de la tarima, pero estábamos allí, escuchando cómo se producían esos sonidos, con la obnubilación de ver a esas tres pequeñísimas figuras unidas para pasarla bien, las imágenes llenas de luces de colores vivos, vivísimos y, de pronto, lo mejor de la noche: “Déjame vivir este sueño, el mejor que he tenido... energía misteriosa, resplandor... Al soltar mi cuerpo en remolinos, resplandor”... Quiero recordar siempre ese momento, quiero recrear siempre ese momento... Gracias, Soda, una vez más.

lunes, 12 de noviembre de 2007

“Fotosíntesis”


A la Leila, al Julio de siempre, a Zoé, a una
voz polaca, a nuestras seis piernas, a Bogotá –por fin–, y a mis historias para ti...

Hubo un cuarto
donde estuvimos yo y mis recuerdos,
una pieza cálida en el centro del mundo
y mi cerebro en expansión
y mis palabras abigarradas.
Hubo un cuarto con tristezas todavía adolescentes
y deseos más adolescentes aún.
Hubo un cuarto rodeado de montañas
con un valle al fondo:
paisajito digno de fotografía
que sólo tuvo mi cuerpo sobre la cama
mirando el techo.

Hubo también un viaje fragmentado
que se fue llevando poco a poco la tinta de los recuerdos,
que pidió disculpas por sus nuevos anhelos
y luego pateó las puertas
hasta echarlas abajo.
No fue otra exhibición,
sino el silencioso transcurrir de las horas
frente a desencuentros repetidos.

Viajo de pie y no aprieto los puños
quiero mi oído junto a tus manos,

quiero mi corazón en expansión,

un encuadre panorámico

con la cursi melodía de ocho piernas columpiándose
sobre la acera mojada,

sobre el soleado asfalto

de una ciudad que ahora puedo nombrar

que antes sólo tuvo mar

y un loco en una puerta abandonada.

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Photo by Gonzzo.