No he leído nada de Philip Roth; esta película está basada en una de sus novelas y su directora es española: Isabel Coixet. La bella Penélope Cruz aparece en la pantalla al lado de un hombre que ya pasa los sesenta. El hombre es un profesor de literatura que en su primera clase habla de Barthes y explica cómo la obra literaria es diferente cada vez que la leemos... Este hombre que habla en televisión y en radio sobre arte y literatura, que se ha separado porque piensa que el matrimonio es un yugo indigno para el ser humano, que da fiestas en su apartamento al final de cada semestre para elegir a su estudiante-amante de turno, escoge a esta mujer cubana, Consuela.
El hombre ama o cree amar su independencia, su soledad; este hombre conquista con su “sapiencia”, con su “cultura”. El hombre enseña; Consuela aprende. El hombre siente celos, el hombre tiene miedo. Consuela ama...
Hay una mujer que cruza los cincuenta; una mujer que también escuchó sobre Barthes en una clase universitaria, una mujer que también fue a la fiesta del profesor, una mujer que lo visita cada cierto tiempo para tener sexo y marcharse de nuevo; una mujer que nunca quiso encontrar un esposo y que ahora siente que los hombres la empiezan a mirar de una manera distinta...
¿Hay algún precio que se deba pagar por la independencia, por la libertad?, ¿hay algún sacrificio que se deba hacer en nombre del amor?
Por momentos esta película parece fría, algo postiza, muchos lugares interesantes, inteligentes, educados. Intento saber por qué: a veces los intelectuales parecen fríos, postizos, a veces sus palabras suenan frías, postizas, a veces los lugares a los que van son fríos, postizos (pero el vino delicioso y la comida una fiesta)... Consuela quiere que el hombre la acompañe el día de su graduación, pero el hombre tiene miedo, o tal vez solo es egoísta, o tal vez tiene que preparar un ensayo sobre la última novela del autor que la próxima semana invitarán al programa de televisión...¿Quién estará allí cuando nos sintamos solos?, ¿quién nos acompañará cuando tengamos que ir al hospital?, ¿cuántas veces pediremos que no sea nadie?, ¿cuántas veces pediremos que haya alguien allí apretando nuestra mano?