Jhonny Hendrix Hinestroza escribe, dirige y produce esta
película sobre una de las realidades de esta región colombiana. Por momentos, cercana al documental, Chocó
narra la historia de una mujer (Chocó, sinécdoque de muchas mujeres, de muchas
regiones de Colombia y del “tercer mundo”), madre de dos hijos cuyo padre se ha
ido con otra(s) mujer(es). Chocó vive ahora con Everlides, un hombre que se
pasa los días entre la marimba y las tardes y noches de dominó y alcohol. Chocó lleva a sus niños a la escuela del
pueblo, recorre parte de la selva tropical para llegar a la mina de oro en
donde trabaja; regresa al pueblo, recoge la ropa de los blancos para lavarla en
el río, recoge a sus niños y los lleva a casa.
La película transcurre lentamente, noche-día-noche-día-noche
pasan frente a los ojos del espectador con el ritmo de lo cotidiano, de lo que
parece nunca transformarse. Me resulta
inevitable pensar en qué hubiera pasado conmigo de nacer allí; sí entre la selva,
el río, el mar, la marimba, los tambores, el pescado, el patacón, la danza,
pero también entre el aislamiento, la pobreza, el desempleo, el abandono, la
usurpación, el robo, la expropiación, el saqueo de las riquezas naturales, las
matanzas, el desplazamiento. No pasa una
semana sin que sueñe con ir a Bahía Solano o con volver a Capurganá, pero
tampoco puedo pensarlo sin sentir un poco de cinismo en mi deseo: sí ir, pero
regresar.
Los ojos de Chocó nunca sueñan con irse de allí –tampoco los
de ningún otro personaje–, sólo regresan a un momento de su vida más feliz,
donde sentía que todo el amor era posible para ella, toda la alegría le
pertenecía a ella; sólo anhelan recibir lo justo por su trabajo, por su
fidelidad, por su entrega vital a cada día.
Decirlo así, desde aquí, parece absurdo, pero es así: la
vida allí se define porque sólo hay un “paisa” que vende las tortas que desea la
hija de Chocó, porque la despiden del trabajo cuando lo ha hecho mejor que
todas las demás, porque el hombre que duerme a su lado le quita lo poco que le
queda, porque su cuerpo es sólo un cuerpo cuando se trata de tener una pequeña
revancha, una pequeña ventaja...
Esta no es la visión de un director que ha decidido hacer
una película sobre el Chocó desde la distancia del visitante, sino el punto de vista de quien ha vivido allí casi
toda su vida.