lunes, 12 de octubre de 2009

En el lejero

Según Norma y el mismo Evelio José Rosero Diago (Bogotá, 1958), En el lejero (Norma, 2003) es el antecedente literario de Los ejércitos. Rosero dice que después de terminar En el lejero, quedó insatisfecho, así que decidió empezar a escribir Los ejércitos

Entre la cordillera y el abismo está el pueblo, a la sombra de un volcán, inundado de niebla y de ratones, cientos de ratones que mueren en sus calles y llenan el espacio de un olor a putrefacción. Jeremías Andrade, un artesano, un tallador que ama y conoce la madera, llega al pueblo después de un año de estar buscando a su nieta. Alguien le dice que ella puede estar allí; es el último lugar que le queda…

Personas como fantasmas, muertos; gente que no puede hablar… Un muchacho “juega” con la cabeza de una anciana, la cabeza de un perro cuelga sobre el frente de una casa, un cóndor planea buscando carroña… La vigilia es una pesadilla, pero hay una esperanza; en este viaje, Eurídice no está detrás del héroe, sino adelante, en el lejero, en el perdedero, en el guardadero… Jeremías debe creer, debe confiar…

El frío se pega a los huesos, a los huesos de un anciano que ya ha perdido a su hijo y a su esposa… ¿En manos de quién? No se sabe, no importa, es la guerra: “Decir que buscaba a su nieta, mostrar la foto, decir su edad –la de él y su nieta–, y sobre todo su edad, ver que vieran que ya estaba viejo, que no serviría para empuñar un arma, que era dueño de nada, decir y repetir siempre lo mismo, en otros lugares, en otros caminos, incluso simular más achaques y años de los que tenía –durante ese año de búsqueda incesante– lo había eximido por lo menos de morir. Muchas armas, de uno y otro bando –por esa suerte de muerte inminente que él encarnaba– lo dejaron de apuntar, despreciándolo hasta en la muerte”…

Lejos del cielo, las personas se acostumbran a todo y cierran las puertas a lo desconocido… Lejos del cielo, lejos de los ojos de quien ha abandonado lo que debía cuidar. No hay alcaldes, no hay policía, no hay Defensoría del Pueblo, no hay ejército; hay una iglesia, una tienda, una cancha, un hotel, un mercado y un convento que separa el pueblo del abismo… Los cuerpos encadenados gimen, se lamentan, se mueren de hambre, de dolor; Jeremías debe seguir buscando, aunque le digan que deberá pagar el doble, el triple, para poder llevarse aquel cuerpo de allí, aunque sean como pollos que alimentan y engordan para después vender, aunque las esperanzas sean cada vez más pocas, Jeremías debe seguir. Un pueblo es más que un hombre llamado Bonifacio…

Duele la búsqueda del viajero y su última esperanza, duele la “paciencia de quien va lejos”, duele el nombre que grita en medio de los lamentos, de los quejidos… Duele la indiferencia de todos los que pasan sin mirar, sin pronunciar una palabra, duele la mezquindad y la maledicencia de los que ya tienen arrugado el corazón y la dignidad; “seres desastrados”… Duele esta novela de Rosero Diago, duele el cansancio de los que siguen buscando sus huesos, sus muertos, sus desaparecidos… Duele esta “tremenda y concreta irrealidad, la realidad misma”…

domingo, 11 de octubre de 2009

El libro salvaje

Cuando le preguntaba al escritor colombiano Evelio Rosero Diago acerca de su necesidad de escribir para niños, su respuesta fue clara: “No hay ninguna diferencia entre escribir para niños y escribir para adultos. Esas clasificaciones las hace la academia y las editoriales; yo no. Un libro “para niños” lo puede leer un muchacho de diez años o un hombre de ochenta. La “literatura infantil” es una literatura transparente; la única diferencia con mis otros libros es que siento mayor libertad y alegría cuando escribo esas historias”…

Juan Villoro es otro escritor de “literatura transparente”, de historias libres y alegres para lectores libres y alegres… Compré El libro salvaje para regalárselo a mi sobrino, que tiene dos años y le gusta mucho que le cuenten historias, le gusta mucho coger los libros, organizarlos a su modo y observar sus colores y las figuras que ve en las carátulas, tirarlos al piso y pararse sobre ellos, le gusta jugar a pasar las páginas para sentir viento y ver las letras corriendo a toda velocidad, y a veces también le gusta tomarlos, como ve a los adultos hacerlo, y ponerse a leer, a crear sonidos y palabras… Le dije a Juan Felipe que yo le iba a cuidar su libro salvaje por algún tiempo y él aceptó; así que después de este trato, El libro salvaje se dispuso a entregarme la aventura de un lector…

¿Cómo nos convertimos en lectores?, ¿qué historias hay detrás de nuestra manía de encontrar en esos objetos figuras de nosotros mismos? Sucedió casi al mismo tiempo: una mujer creyó en mí como lectora y me prestó una historia que ocurría en un París donde las mujeres parían de pie y sus hijos caían al piso, junto a las aguas putrefactas del mercado… Un hombre creyó en mí como lectora y me dio una historia de un hombre que quería ir a T y terminó yendo detrás de una X… Una maestra nos obligó a leer La metamorfosis, El extranjero, Fausto y Edipo rey; dos hombres me ayudaron a verlas de una forma distinta, viva, amada… Si hay libros salvajes, también hay lectores salvajes que están buscando un libro que los dome, libros que crean en ellos como lectores…

Después de Autopista sanguijuela y el Profesor Zíper, Juan Villoro me regala la historia de Juan, un niño que ya no se siente tan niño, que ya no es tan niño. Los padres de Juan acaban de separarse y llegan las vacaciones del colegio; la madre de Juan decide que él y su hermana Carmen se queden en casa de otras personas, mientras ella organiza sus nuevas vidas… Juan va a la casa de su tío Tito, un hombre que vive en una casa enorme del centro de la ciudad, rodeado de libros y de tres gatos. Tito busca algo de Juan, busca un lector que pueda domar el libro salvaje, el único libro que no ha permitido que él lo lea: “Los libros no quieren ser leídos por cualquier persona, quieren ser leídos por las mejores personas, por eso buscan a sus lectores”. “Hay gente que cree que entiende un libro sólo porque sabe leer. Ya te dije que los libros son como espejos: cada quien encuentra ahí lo que tiene en su cabeza. El problema es que sólo descubres que tienes eso dentro de ti cuando lees el libro correcto. Los libros son espejos indiscretos y arriesgados: hacen que las ideas más originales salgan de tu cabeza, provocan ocurrencias que no sabías que tenías. Cuando no lees, esas ideas se quedan encerradas en tu cabeza. No sirven de nada”. En la biblioteca del tío Tito hay libros peligrosos (“Son libros hechos por gente incapaz de proponer algo por su cuenta y que sólo puede destruir lo que otros hacen”) que amenazan el libro salvaje y Juan deberá ponerlo a salvo…

El libro salvaje nos recuerda que los libros son seres vivos, que su naturaleza de árbol vive en ellos y se comportan como organismos con vida propia. Una biblioteca puede ser un hogar para los libros o puede ser un cementerio… El libro salvaje también nos recuerda que los buenos lectores no son aquellos que más saben, que más han leído, sino aquellos que nutren el acto de leer con la vida misma…

El libro salvaje es también un homenaje a la literatura y a la literatura compartida, rodeada de vida: “Comimos un banquete marinero: sopa de pulpo al estilo Capitán Nemo, pescado a la Moby Dick y, de postre, Nieve del Almirante”. En la cocina de Tito también se comen cronopios, una receta sacada de Cortázar, “un inventor argentino”. El libro salvaje es un libro que me recuerda, que me insiste sobre la importancia del lector y de su experiencia: “No hay que olvidar que los recuerdos sólo existen desde el presente; alguien tiene que estar vivo para que el pasado exista y esa persona es el lector: el mundo de ayer sólo existe cuando alguien lo recuerda hoy”…

Sounds of the universe:




El título del último trabajo de Depeche Mode sintetiza la propuesta musical de este grupo en los últimos veintiocho años. Jamás imaginé que algún día fuera una realidad vivirlo en concierto y así fue anoche… Aunque las ratas se metieran en la fila para robar lo que estuviera a mano, aunque el grupo telonero nunca haya dicho quién era ni de dónde rayos había salido ni cómo diantres se había ganado el derecho a estar allí (los únicos en Colombia que hubieran podido preludiar el concierto de Depeche Mode eran los Estados Alterados…), aunque las torres que habían prometido quitar siguieron allí, incólumes, aunque al principio estuviéramos peor que en un Transmilenio, a las 9:00 p.m. ya todo eso no existía… Ha sido el mejor concierto de toda mi vida… Ellos son la mejor banda que he viso en vivo (la puesta en escena es impecable, el sonido llega a todos los sentidos), Martin G. tiene la mejor voz masculina que he escuchado y Dave G. es el hombre más sensual de todo el universo…
Sólo me faltó “Dream on”, “Feel loved” y, sobre todo, “World in my eyes”:
Let me take you on a trip
Around the world and back
And you won’t have to move
You just sit still
Now let your mind do the walking
And let my body do the talking
Let me show you the world in my eyes
I’ll take you to the highest mountain
And the deep of the deepest sea
And we won’t need a map, believe me
Now let my body do the moving
And let my hands do the soothing
Let me show you the world in my eyes
Tht’s all there is
Nothing more than you can feel now
That’s all there is
Let me take you on a ship
On a long, long trip
Your lips close to my lips
All the islands in the ocean
All the heaven’s in the motion
Let me show the world in my eyes
That’s all there is
Nothing more than you can touch now
That’s all there is
Let me show you the world in my eyes…