jueves, 28 de mayo de 2009

El arriero de mulas humanas:


Hacía mucho que no escribía aquí sobre lo que no me gustaba. Aquí voy de nuevo...
Después de ver El arriero, del director colombiano Guillermo Calle, era inevitable hacer analogías con Soñar no cuesta nada. Mi pensamiento es, sobre todo, analógico y aquí voy...

Lo único que se salva, aunque no por su actuación, es la bella María Cecilia Sánchez; también el hecho afortunado de que en la película no aparezca más de una mancha innecesaria de sangre, más de un tiroteo con corte a otra escena.


Si en Soñar no cuesta nada todos los soldados tenían una causa justificada para quedarse con el dinero de la guerrilla, aquí la causa de Ancízar es el permiso de su suegra para casarse con la mujer que ama. Ancízar sólo podrá tener a Virginia si consigue mucho dinero y, entonces, el negro que quería salir adelante a través de la educación, se ve impelido a dejar sus estudios para seguir el camino de su padre adoptivo, el hombre que lo recogió en la selva: el narcotráfico. Ancízar es mula y luego pasa a ser “arriero” de mulas; por fin tiene dinero para mostrarle a su suegra, tiene dinero para casarse con Virginia... Y entonces, conoce a Lucía: una vallecaucana-española que lo vuelve loco, pero con la que sólo pueda estar si también está con Virginia. Así empieza la caída de Ancízar: un triángulo femenino empujado por los celos, la traición y la desconfianza. La suegra de Ancízar, personaje caricaturesco hasta lo absolutamente grotesco, jamás lo acepta: la paisa estereotipada que no acepta negros en su familia.


Escenas de sexo por doquier, lo más “artísticamente” logradas: la “nucita” en varias camas, entre Barranquilla y Madrid, cuerpo negro-cuerpo blanco; el dinero y el sexo construyen los lazos.... Como en la escena de Soñar no cuesta nada en la que el soldadito por fin tiene a la Dayana en su cama, gracias a los billetes que les sirven de sábanas... Pero “soñar no cuesta nada”, porque sólo son sueños, como DMG. Ni los soldados ni Ancízar ni los que pusieron sus pocos ahorros en manos del David pueden disfrutar por mucho tiempo del dinero; aquí es tonto hablar de dinero fácil, porque el valor del trabajo “duro”, del “esfuerzo” por años y años, se convierte día tras día en un discurso dominante (hay un teórico del siglo XIX que plantea que sólo deberíamos trabajar tres horas al día...; “Quién dijo pereza”...), en otra forma de alienación, en otra prohibición del goce... No hablo de doble moral o de inmoralismo... Ancízar y los soldados no “cuadran” en las sociedades “blancas”: los soldados son muy “boletas” y no les “luce” los vestidos caros que compran, ni la camioneta de cien millones de pesos, no saben disfrutar la “buena” comida, ni la “buena” bebida... Ancízar no “cuadra” en la blanca sociedad española, en la blanca sociedad de narcotraficantes españoles.


Entonces, Porras, el soldadito que quiere la plata para recuperar su “tierrita” y la confianza de su “negrita”, lo logra; no es dinero para hacerse rico, no es dinero de sobra, no es dinero de lujo, no es dinero para ser “importante” o para diferenciarse de sus pares; es un dinero para defender un valor nacional, un valor tradicional: la tierra, el trabajo, la “humildad”... Ancízar pierde sus valores y se da cuenta de que ya no puede caer más, de que ya no quiere caer más... Rechaza el dinero, rechaza los lujos y se va a reafirmar un estereotipo: el del pescador, el negro pescador, el que sale antes de que el sol aparezca y consigue con el “sudor de su frente” la comida, lo necesario para vivir, para sobrevivir...


En una sociedad en la que, por un lado, se reafirman sin cesar los mensajes de la importancia de “ser alguien” (como si ya no lo fuéramos) “importante”, de tener “éxito” (¿cómo se mide, cómo medimos el éxito?), de ser “bonito” y, por otro lado, se intenta “adiestrar” en el lema “trabajar, trabajar y trabajar”, sin “pereza”, sin goce, ¿para quiénes son las leyes, para quiénes es el escarmiento?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Paula:
¿Qué tienes en contra de la "nucita"? Qué viva la afrocolombianidad!! (aunque yo haya renunciado a ella, tu entiendes de que te hablo)... Estoy tomándote del pelo...
Te cuento que me quedé con las ganas de ver esta película, por eso no me atrevo a opinar. Pero puedo hablarte de "Los viajes del viento", esa sí me la ví y sometí a mi mamá al suplicio de escuchar el acordeón por 2 horas... Me pareció una historia bonita, pero díficil de entusiasmar a quien no disfruta de los "aires vallenatos", puedo destacar la hermosura de los paisajes que Ciro Guerra se esmera en mostrar... Cómo decía una propaganda por ahi: "A mi me gustó"! Un abrazo,
Ana María