martes, 18 de enero de 2011

Man Ray en Bogotá:





Jamás imaginé que las fotografías que vi en un libro en una tarde caleña, hace ya varios años, estarían frente a mí algún día y sí, allí estuvieron. Esa tarde, él –a mi lado– me permitía ver, entender, la técnica, la innovación, la ruptura; yo veía, en cambio, el erotismo, el cuerpo, los rostros, eso que me hace cercana la fotografía como arte, ahora comprendo por qué: “Fotografío lo que no deseo pintar, las cosas que tienen ya una existencia”. Me gusta eso que tiene ya una existencia, me gusta lo que es real y está allí sin más pretensión que ser observado por un ojo atento.

Por lo general me pasa que, al ver en un museo las obras que he visto en libros o ahora en la Internet, lo que siento es una especie de desilusión, la sensación de que el libro o la página web magnificaron esas imágenes; con Man Ray no pasó eso, sino lo contrario: la emoción seguía allí, la sorpresa sin fin por lo que los ojos de este artista hicieron con la realidad.

Me reía frente a varias fotografías y varias esculturas, me reía con lo que muchos llamarían obsceno o adolescente, me reía con los juegos que crea Man Ray, con el juego en el que me vincula como una integrante más: “Si pudiéramos desterrar la palabra serio de nuestro vocabulario, muchas cosas se arreglarían”. Muchos disertarán acerca del significado de sus imágenes, de los objetos que crea; yo no me lo quiero tomar en serio. Yo sólo veo creatividad y el juego que puede hacerla visible y ahí sí el surrealismo tiene sentido, no es un pasado, no es un movimiento artístico, sino una corriente vital.

Las fotografías de desnudos de Man Ray tienen una estética femenina lejana a nuestros días: una axila sin depilar puede ser erótica, una panza sin gimnasio y sin liposucción, puede ser sensual; claro, las formas de los cuerpos entrelazados, abrazados, el juego de la seducción y de las máscaras, las formas femeninas y la manera en que se puede jugar con ellas, la belleza de una mirada, de un cuello, de unas manos, de una sonrisa…

“Una de las satisfacciones de un genio es su energía y obstinación”. Man Ray me enseña eso: la energía y la obstinación de quien sin saber que es un genio, sin pretenderlo o ansiarlo, sin serlo, lo hace despertar cada día y vivir plenamente su presente.
__________________________
Photos by César.

1 comentario:

Ángela Pérez L. dijo...

Paula, Esta es una de las exposiciones que más he disfrutado. Realmente me sentí conmovida al observar que detrás de lo no cotidiano está una belleza oculta, tan oculta que nos negamos a observarla a pesar de verla presente todo el tiempo.
Gracias por tus escritos.
Angela.