lunes, 3 de octubre de 2011

Ruven Afanador en el MAMBO:










Ochenta fotografías, ochenta retratos, ochenta rostros, ciento sesenta ojos; son los seres que han sido atrapados en el tiempo por la mirada del fotógrafo colombiano (hasta los catorce años, cuando se va a Estados Unidos) Ruven Afanador. "Fotógrafo de moda" lo llaman en las sinopsis, pero yo veo mucho más que eso (que no es poco, sin embargo); veo a un artista que logra lo que a mí misma me hubiera gustado lograr de ese arte, del arte de detener el tiempo en un gesto, en una mirada, en una actitud, en un cuerpo…



De la fotografía, no los paisajes (aunque también), no los objetos, no los movimientos, sino las personas, los rostros, los cuerpos: cómo se mueven, cómo llevan lo que tienen puesto, cómo miran, cómo saben cuál es el lugar que ocupan en el mundo, en su mundo.
De Afanador, nada, hasta ver algunas de sus fotografías en una revista colombiana hace un poco más de un lustro. La exposición de sus fotografías en el MAMBO me confirma la fascinación que sentí cuando las vi en la revista: tenía en blanco y negro para mí (y para las otras siete personas que también estaban allí) esos seres que habían pasado por sus ojos.



Creo que, en el fondo, a todos nos gusta que nos tomen fotografías (por eso las cámaras digitales y el Facebook); conservamos la fascinación que sentimos cuando siendo niños nos miramos y nos vimos, por primera vez, en un espejo… Yo aún me sorprendo cuando me veo en una fotografía, cuando me siento real existiendo en un espacio, entre otros cuerpos, entre otros ojos… La realidad que crea Afanador es una realidad de sueños (algunos dicen que demasiado light), de lo que deseamos, de lo que, a veces, quisiéramos ser, del personaje que quisiéramos inventar y que, a veces, logramos inventar sobre nosotros mismos, un inventar que significa solamente dar realidad a lo que está dentro, lo que creemos de nosotros mismos, y que por timidez, por inseguridad, por miedo al qué dirán, por miedo a las miradas desaprobatorias, por miedo a los que sólo buscan destruir la belleza, dejamos allí, sin forma, sin expresión, sin color.



Miro sus fotografías y me enamoro de las bailaoras, me enamoro de Sevilla, me enamoro de su fuerza y de su belleza difícil, me enamoro de la perfección de los cuerpos de los bailarines, de los toreros, me enamoro de esas personas a quienes Afanador ha descubierto en la intimidad, cuya belleza se revela en el cuarto oscuro (o con ayuda del Photoshop, o de otros programas más sofisticados que ignoro). Me enamoro de la visión única que ha logrado desarrollar este artista quien no le teme –sino que, por el contrario, ha convertido en sus aliados– a la moda, a lo light, a lo comercial, a la cultura show, a los clichés, que ha encontrado en ellos su inspiración y, sobre todo, la realización de sus propios deseos, de sus sueños, de lo que llamamos nuestras obsesiones (como un Almodóvar de la fotografía). Afanador no pretende engañar al espectador ni a sí mismo con la apariencia de una nueva realidad creada; realza la simulación de la realidad creada a través del maquillaje, de los objetos, de la escenografía, del color, de la pose; ahí reside su honestidad y la belleza que crea.



Me fascino aún más por la obra de este artista, por la vida de este hombre, por su fidelidad a sus convicciones, a sus intereses, a sus sueños (la misma fidelidad que hay en la mirada de aquellos a quienes ha fotografiado), al mundo que ha creado para sí mismo y para sus historias de imágenes, entonces, aparece la frase de Afanador: “Pienso que todo en la vida evoluciona en círculos y que, a veces, algunos se demoran mucho tiempo en completarse”. Como en la película de Medem Los amantes del círculo polar, como en mi propia vida, los círculos siempre buscan cerrarse; lo que deseamos, aparece en el momento justo, la vida que avanza y que, a veces, da la impresión de desarrollarse en un mundo muy pequeño, “como un pañuelo”, a la medida de nuestros deseos, a la medida de nuestros aprendizajes, a la medida de la forma que le damos a nuestros miedos-deseos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me estoy "amañando peligrosamente" a leer tu blog Profesora Paula. jajaja

Mira, te dejo este link que tal vez te interese. Que estes bien.

http://www.cartelurbano.com/node/4209

Javier.

gonzzo dijo...

Si no hubiera sido por esta entrada me habría perdido de la exposición, thanks... un abrazo...