Tres
horas que no se sienten… Cuando salimos de la sala de cine, nos sentimos más
livianos.
Tenía
muchas expectativas sobre esta película y no fui defraudada. Nueve personajes y
seis historias en las que ellos aparecen una y otra vez para cumplir con su
destino –elegido–, para descubrir que el hombre siempre es el mismo en todas
las épocas, pero, sobre todo, para entender que nuestras vidas no nos
pertenecen, que todo hace parte de un fin más grande que el egocentrismo
de cada individualidad, por lo general, no permite ver.
Las
filosofías occidentales se equivocan cuando ponen la conciencia –el yo– y el
tiempo para explicar la existencia y el sentido de lo humano. Todo siempre –creo–
es más sencillo de lo que pensamos, más sencillo de lo que parece; todo es aquí
y siempre, en todo lugar. La mezquindad (el orgullo, la avaricia, la ambición
desmedida, la competencia, la envidia, la vanidad que busca opacar al otro…) y
la abundancia (la consideración por mí mismo y por el otro, la solidaridad, el
respeto, la equidad, el equilibrado deseo de aprender, la concentración en el
propio destino y no en el de los demás) de nuestros pensamientos y sentimientos,
de nuestros actos y palabras, son las causas de todas las acciones en nuestras
vidas y las de las generaciones que vienen.
Asumir
esto es más difícil que asumir la “verdad” que proponía The matrix y por esto
Cloud Atlas será menos popular que aquella película. Es más fácil repetir la
queja acerca de que “alguien” nos engaña, de que un “sistema” nos engaña y que
nuestras vidas son una mentira diseñada por “alguien” más. Lo difícil es asumir
la utopía que propone Cloud Atlas: asumir la responsabilidad de entender que
todo es consecuencia de nuestros actos y que aquello que nos hace daño se
repetirá hasta el infinito (en esta vida –o en otras vidas, si creemos en ello–),
mientras no comprendamos esa lógica tan sencilla. La utopía está en que los
comportamientos se pueden cambiar, en que podemos reparar nuestros cuerpos y nuestras
conciencias, limpiarle sus “demonios”, sus “enfermedades”.
No
es cierto que la película sea difícil de entender, difícil de seguir su hilo
narrativo, su estructura. No somos tan tontos como piensan los que creen que
saben cómo funciona la industria del entretenimiento, el mercado (yo incluida);
tampoco como piensan algunos teóricos, algunos “sabios” del conocimiento que creen
que lo que pocos puedan entender es lo que vale la pena (yo incluida); menos
como quienes, a veces, se sienten mejores personas que otras (yo incluida).
Hay
actos que elevan la dignidad del ser humano y hay otros que la aplastan; es
sencillo y en ello no hay relativismos. Cada acto individual de dignidad, cada
acto de valentía, de honestidad, de amor, desencadena otras acciones como esas.
De eso depende la supervivencia del hombre sobre la tierra y, eventualmente,
sobre otros planetas.
Coda
1: en la película aparece el invento que deseo cada mañana: una ducha no de agua,
sino de vapor. ¿Cuándo la van a patentar?
Coda
2: en el libro, ¿cómo hará el narrador para que el lector entienda que son los
mismos personajes los que aparecen en las seis épocas?
Coda3: "evil", "neutral" y "good" no son clasificaciones adecuadas para los personajes...
2 comentarios:
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