jueves, 19 de julio de 2007

"El país del fugu"

Querido blogosteta:
He hallado la respuesta, he encontrado que la curiosidad es sólo el primer paso, pero también es lo que siempre debe mantenerse. La curiosidad como aquello que atrae las cosas hasta apropiarnos de ellas; ahí está la diferencia, ya no hay paradoja -¿no?-: mi necesidad de comprender es directamente proporcional a mi nivel de curiosidad. Ahora recuerdo el fugu nadando sobre las paredes de una casa a través de las cuales el agua se deslizaba sin derramarse sobre el piso, la luz de aquel lugar, una obra de teatro interpretada por todos nosotros, los rostros felices, la apuesta por la confianza, por una intimidad compartida, el brillo en los ojos cuando vislumbré la posibilidad de ese pronombre en la mitad de un sueño. El despertar fue en una ciudad lejana, íngrima y abúlica que permitió la traducción de las palabras, de los sueños rotos, las caricias solitarias una mañana que inauguraba el año nuevo pensando en él, el chico de las uñas pequeñas y los ojos negros, el de la espalda estrecha y las piernas largas, el que alguna vez lamió mi cuerpo lleno de azúcar y me dejó encerrada en su balcón, mientras él atendía el llamado de mamá y de ella, la mujer de uñas rojas y larga mirada de lechuza... Ahora camino despacio hacia ellos y allí veo al blogosteta; él no me ve a mí, las palabras se encogen y las disparo hacia direcciones inciertas. La realidad es tan sólo un diminuto retrato del asombro: el desencuentro de los deseos y los afectos -sobre todo de los afectos-, una sonrisa arrojada al viento, una lágrima que no cae, las palabras que gorgotean en el pecho y que ya no saldrán, que se vuelven silencios...
La blogósfera ya no es suficiente; ahora entro y salgo de ella para encontrar al blogosteta en el aleph de los libros. El blogosteta tiene forma de lagarto, pero sus manos y su rostro tienen formas felinas; es la primera vez que lo veo y creo que los dioses blogosféricos evitarán cualquier tipo de acercamiento. Por ahora, adquiero una figura espectral y permanezco en el umbral de la existencia; observo al blogosteta y los movimientos anfibios con los que se acerca a una mortal. Me distraigo entre los demás mortales y cuando vuelvo a mirar, el blogosteta y su amorfa presa ya no están; entonces vuelvo a la blogósfera y espero a que mi barco fantasma me lleve de vuelta a su corazón helado, mientras él recuerda entre sonrisas, entre la ironía de sus gestos serios, sus movimientos anfibios, la presa entrando al agua y tal vez, luego, después, más tarde, la soledad y el olvido...

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Photo by Gonzzo.