lunes, 5 de mayo de 2008

Una mujer...


"Que nunca estamos indefensos. Que la inocencia no existe"
(Leila Guerriero).

Una tarde que recuerdo muy bien, llegó a mi casa una revista que incluía un artículo escrito por esta mujer. Ese día la ciudad cambió, mi familia cambió y mi corazón se sintió mejor... Pasé cuatro años imaginando el rostro de esta hermosa mujer y mis piernas no quisieron responderme cuando intenté acercarme para verlo mejor, para agradecerle por esas palabras que me acompañan desde hace cuatro años y que repito como un mantra cuando el peso de la realidad parece volverse frágil... Me gusta pensar en ella y en su presencia en un bus destartalado trasegando por la Patagonia, su impertérrita figura que se instala en ese espacio sin apenas tocar nada, un samurái –si es que así son, en realidad– de los caligramas que componen el sentido del mundo; me gusta pensar en esta admiración adolescente que tiene el maravilloso poder de hacerme sentir más viva; me gusta pensar en el no y en sus infinitas posibilidades, me gusta pensar en una tumba con tres epígrafes (...¿?...), me gusta pensar en cáscaras de naranja y en despeñaderos inenarrables... Me gusta pensar en la vida que no se detiene, en la posibilidad de no llevar lastres, en que no somos tan indefensos... Me gusta pensar en Leila Guerriero y en su don de echar todas las puertas abajo con el sutil, pero certero encanto de una palabra precisa, que tiene la fuerza de un carnicero y el tacto de un chef...

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Foto de Gonzzo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay Paulita. Disiento un poco. Creo que a esta edad el tiempo, los encuentros y los desencuentros se nos ha llevado lo indefensos y la inocencia. Pero si hay un momento donde somos indefensos, donde somos plenamente inocentes. Ese momento es nuestra infancia. Por eso nuestros despertares, la perdida de ella, la manera como los encuentros con el mundo adulto nos la arrebata es lo que nos deja algunas marcas para toda la vida, con las que nos toca aprender a vivir. Es la perdida de la inocencia, es estar indefensos ante los embates de los otros (casi siempre adultos) lo que nos hace crecer a veces abruptamente y que ya no volvamos a estar indefensos, que ya no olvidemos que alguna vez fuimos indefensos, que fuimos ingenuos.

Un abrazo,

Armando.

Anónimo dijo...

No has pensado que tal vez, lo que te hace ver esas palabras como un "mantra" es que muchas veces quisiste gritar algo similar... o exactamente lo mismo, pero nunca te atreviste por... temor al juicio de los dem�s o por aceptaci�n de lo impuesto, o por cualquier otra de esas razones que nos amarran... Es un mantra, s� porque son tus sentimientos en boca de algui�n para quien "SI" no es la �nica respuesta... Eso siento yo... Creeme prima, entiendo muy bien tus palabras.