miércoles, 16 de julio de 2008

Rebobinando, 1, 2, 3...

"La disposición espiritual que requiere
un novelista de su lector no es
solamente racional sino especialmente
emotiva. Y por el camino de la emoción
llegamos al reino de lo memorable,
que es el reino de la literatura".

"Le preguntan a Luder por qué rompió
con una amiga a la que adoraba.
-Porque no tenía ningún contacto con su

pasado. Vivía constantemente proyectada
en el tiempo por venir. Las personas
incapaces de recordar son incapaces de
amar".
Julio Ramón Ribeyro.

A veces –muchas– llego tarde a libros, a discos y a películas... Esta es una de ellas. La primera vez pude llegar hasta la 88, y luego tal vez salté a la 101, para concluir que no, todavía no, y que tal vez no habría próxima vez... Tal vez alguien preguntó, tal vez nadie lo hizo... Cuatro años después volvió a mí, en una versión “remix”, por cinco mil pesos, en un “agáchese” del centro de la ciudad... Y tampoco; tal vez hasta la 50...

Creo que fue Borges el que dijo que cada libro nos llega en el momento preciso –o algo así–; hay otra frase popular que dice que la tercera es la vencida... En este caso, todo lo anterior resulta cierto. Por favor, rebobinar, de Alberto Fuguet, llegó en un momento en el que podía disfrutarla, en el que podía conmocionarme. Hacía varios días una lectura no me producía tanto placer como esta –tanto rebobinado, como esta– y eso es algo que un lector aprecia mucho. Todos los comentarios que había escuchado sobre la novela resultaron ciertos y un poco más; tal vez una verdad obvia, pero que ahora me resulta necesaria, rebobinada: Fuguet me sorprende, como me sorprende en cualquier escritor cómo conoce, cómo observa, cómo sabe de lo humano, cómo expresa aquello de lo que casi nunca hablamos, de lo que permanece implícito, de lo que casi siempre evitamos, no sé si por vergüenza ajena o por hacernos –o ser o querer ser– "maduros", "seguros"...

“Lo que no se olvida así como así son los miedos y dudas que se apoderan de uno. Como, por ejemplo, darle la razón al enemigo. Desconfiar de uno mismo. Odiarse. Y, lo que es absolutamente letal, creer que todo el resto de la humanidad son traidores potenciales”...

“Esta cinta va a estar dedicada a todos aquellos totalmente ahogados en el vaso de agua de la desesperación, de la falta de ganas. Es sobre esa época horrible cuando uno duda de todo, sobre todo de uno mismo. Cuando no te quieres y nadie te quiere y no te perdonas quién sabe qué. Ya sé: no te perdonas haber sacado tu propia voz y haber decepcionado a los tuyos. No te perdonas ser menos de lo que esperabas ser”...

Esa “época horrible” no sé si haya pasado, no sé si ya sea un “adulto contemporáneo”. Lo más seguro es que no. La tranquilidad, la seguridad, y la confianza en uno mismo, es un futuro al que no es muy claro cómo llegar o al que tal vez sólo se llega por intermitencias, con un ritmo que sólo puede ser un regalo para sí mismo. Si uno rebobina, pueden decirle nostálgico o quedarse pegado al pasado como un lastre de culpas. Los personajes de Fuguet lo evitan; nuestra generación también. Por favor, rebobinar es claramente la voz de esa generación que sólo rebobina en la intimidad para no sentirse sola, y que para descanso de sus amigos tiene un analista llamado Max que ayuda a oprimir el botón...

Rebobinar para reanudar... Escribir es rebobinar -el tiempo de la escritura es un paréntesis en medio del play-; rebobinar es un poco también poder amar y, en uno de los universos cinematográficos de Fuguet, al último que lo intenta, sin conseguirlo del todo, se lo están comiendo "Las hormigas asesinas", como en Cien años de soledad -y tal vez estas palabras le incomoden un poco a Fuguet-. En García Márquez, las estirpes están condenadas a la soledad; en Fuguet, esa generación MTV está condenada a no poder amar -a menos que se transforme en "adulto-joven" (¿?)-, a no poder expresarse, a huir de rebobinar.

A diez años de la publicación de Por favor, rebobinar, estamos en la época del DVD y el MP4: siempre play, nunca más rebobinar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ocurre que rebobinar, tal vez, signifique reencontrarte con aquello de lo que te costó mucho desacerte. No es facil desapegarse de muchos vicios y algunas marañas de la mente, debes reinventarte cada día para llegar a ser eso que tanto anhelas... Rebobinar... no lo sé, prefiero vivir en play constante, cómo dice la canción de Julieta Venegas: "el presente es lo unico que tengo"

Un abrazo,

Ana María.

Andrea Vergara dijo...

El mejor aporte de Fuguet al panorama literario latinoamericano son las fotos suyas en las solapas de los libros...

Un abrazo para ti, Paula,
Andrea Vergara