miércoles, 7 de julio de 2010

El secreto de sus ojos:



Ganadora del Oscar, de factura perfecta, de casting inmejorable… ¿Por qué en 1974-1976? Escoger esta fecha le sirve al autor de la novela y al director de la película para establecer su crítica de la dictadura argentina –o al menos así lo pienso yo– a través de la creación de un personaje abominable, mezquino, contrario al amor y a la libertad de la que puede disfrutar, de la que debería disfrutar, cualquier ser humano. Benjamín (nombre a través del cual se denomina al miembro más joven de un grupo) Expósito (que significa huérfano, desamparado, abandonado) busca sin descanso al asesino de la esposa de un hombre en quien ve la representación del amor más puro, más real que haya conocido. La violenta e indigna muerte de esta mujer y el dolor de su esposo, llevan a Benjamín a apegarse a esta causa y a encontrar la propia, el sentido de su existencia… ¿Quién pudo asesinar a esta mujer joven, hermosa, feliz? Únicamente alguien que también es capaz de asesinar a alguien sólo porque es sospechoso de llevar a cabo actividades de izquierda, porque es sospechoso de ser un “rebelde”.

El secreto de sus ojos se podría leer como la venganza de la Historia argentina o como la venganza de un hombre que decidió no olvidar, no perdonar, no reanudar…

¿Y la justicia? Un edificio de demasiado colosales columnas, intimidantes en su fachada, lleno de cerros de papeles, de folios puestos como dejados a la inercia del tiempo y del ánimo de los encargados... La intuición y la obstinación pueden más que un decreto, una ley, una firma, la terquedad de un amor del que se huye, que se anhela y se teme…

Ella es hermosa, rica, inteligente, tiene un cargo superior, viene del extranjero, va a casarse con un ingeniero; él… es Expósito, alguien que se piensa a sí mismo como un tal… La estación del tren se llena de lágrimas, de tacones que corren, que se desesperan, de palabras no dichas, de besos no dados, de años de espera, de amores que no nos dejan “en la mitad del patio como después de un rayo”… Jujuy suena como un punto que queda muy lejos…

¿Alguien se acordará de Pablo? Los recuerdos tienen la forma que queremos darles; Pablo será siempre el porteño, expósito también, muy a su modo, colgado de un vaso de alcohol, en un café oscuro lleno de borrachos –como él–, dándose golpes –como él– y dándole golpes al viento, protegiendo a su amigo y olvidándose, al fin, de sí mismo…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi favorito es Pablo. He visto la película dos veces. Quiero leer el libro.

Saludos.