

El secreto de sus ojos se podría leer como la venganza de la Historia argentina o como la venganza de un hombre que decidió no olvidar, no perdonar, no reanudar…
¿Y la justicia? Un edificio de demasiado colosales columnas, intimidantes en su fachada, lleno de cerros de papeles, de folios puestos como dejados a la inercia del tiempo y del ánimo de los encargados... La intuición y la obstinación pueden más que un decreto, una ley, una firma, la terquedad de un amor del que se huye, que se anhela y se teme…
Ella es hermosa, rica, inteligente, tiene un cargo superior, viene del extranjero, va a casarse con un ingeniero; él… es Expósito, alguien que se piensa a sí mismo como un tal… La estación del tren se llena de lágrimas, de tacones que corren, que se desesperan, de palabras no dichas, de besos no dados, de años de espera, de amores que no nos dejan “en la mitad del patio como después de un rayo”… Jujuy suena como un punto que queda muy lejos…
¿Alguien se acordará de Pablo? Los recuerdos tienen la forma que queremos darles; Pablo será siempre el porteño, expósito también, muy a su modo, colgado de un vaso de alcohol, en un café oscuro lleno de borrachos –como él–, dándose golpes –como él– y dándole golpes al viento, protegiendo a su amigo y olvidándose, al fin, de sí mismo…
1 comentario:
Mi favorito es Pablo. He visto la película dos veces. Quiero leer el libro.
Saludos.
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