jueves, 19 de abril de 2012

Pina (Bausch por Wenders):



Desconfío de las películas en 3D, pero, como siempre, el arte le da la vuelta a las tecnologías y les devuelve su humanismo. Me preguntaba por qué había que ver un documental sobre Pina Bausch en tercera dimensión, por qué si lo importante era ver su arte, los cuerpos bailando en la pantalla grande. Después de ponerme las gafas sobre mis gafas, lo entendí. Aquí no hay efectos especiales, aquí no se busca excitar al espectador con emociones rebuscadas; aquí la tercera dimensión sólo le otorga a los cuerpos y sus movimientos toda su magnitud, toda su extensión, todo su volumen y peso. Sentimos “en vivo” las coreografías, nos sentimos parte del público de una de las piezas creadas por Pina o, incluso, uno de los bailarines; sentimos el aire, las hojas que caen, la frescura del agua, la luz, la tierra, los cuerpos que salen del escenario y se adueñan de todos los espacios, convierten en arte el espacio que danzan.

A Pina la conozco por Almodóvar y su Hable con ella, con Pina me entusiasmé porque fue danzar desde otro punto de vista. Cuando hice danza (en el colegio, en la universidad) me sorprendió el hecho de que los movimientos no se originaban en la música, sino en el cuerpo mismo; la sensación del movimiento y el movimiento mismo se buscan en el cuerpo, en sus movimientos interiores, no afuera. La música venía después, la música acompañaba el movimiento y no al contrario. Tal vez esta sea la causa de que algunas muchas personas digan que no les gusta bailar o que no pueden hacerlo; pueden disfrutar de la música, pero no pueden sentir el movimiento dentro de sus cuerpos... Bailar, entonces, no para moverse “al ritmo de la música”, sino para exteriorizar el movimiento que nace dentro de nosotros mismos, bailar no como “juego de seducción” (aunque, sí, también, claro), sino para encontrar nuestra propia fluidez vital...

Ser artista es dejar que hable el cuerpo, ser artista es escuchar el cuerpo de los demás y permitir que hable. Dicen sus bailarines que Pina sacaba lo mejor de ellos mismos porque los incitaba a buscar más dentro de ellos mismos. Dicen que Pina hizo lo que hizo por el arte de la danza porque nunca se cansó de experimentar, con los mismos elementos, con los mismos sentimientos humanos, pero siempre experimentar.

Y Berlín (¿era Berlín?) tan hermosa como en ninguna película, como en ningún documental, como en ninguna foto, como en ninguna novela o cuento o poema; el metro que recorre la ciudad colgado de los rieles y sobrevuela el río (¿el Spree?), los bailarines moviéndose dentro de los vagones o descalzos sobre el asfalto. La música que recuerda épocas de bailes de salón. Los bailarines jóvenes y los menos jóvenes, más libres...

1 comentario:

Lorena Louzán dijo...

Hola, me encantaría enviarle de regalo un ebook de mi novela pero no encuentro su correo electrónico. Enhorabuena por su página, es muy interesante. Un saludo y gracias.