domingo, 10 de agosto de 2014

El gran hotel Budapest




Una civilización en vías de desaparecer, un botones que huye de la guerra en su país y que llega a otro en donde otra está a punto de empezar, una mujer inmensamente rica a quien sólo un conserje le inspira amor, una pintura incomprensiblemente invaluable, un escritor perfectamente curioso, un hijo dispuesto a todo para quedarse con una herencia, una muchacha que lee en un parque, un escritor que recuerda el joven escritor que fue... Un país "inventado" de Europa del este, una guerra "inventada" de la década de 1930, un hotel donde muchas mujeres asisten para pasar sus últimos y únicos mejores días... Todo esto mezclado y contado en menos de dos horas sin el menor dramatismo. Entré pensando en una película con una trama detectivesca-policíaca -porque me niego a ver otra película más sobre la II Guerra Mundial- y salgo hablando de otra película de la II Guerra, inspirada en la obra de Stefan Zweig.

Gustave encarna lo mejor de esa civilización que la guerra amenaza con desaparecer; es el perfecto caballero europeo que mantiene su compostura, diplomacia y sentido de la estética aún en los peores momentos: un período en la cárcel, una fuga por las cloacas, una discusión que no lleva a ninguna parte, un arma a punto de disparar. ¿Cómo no ser arribista en un medio que brinda tan pocas y difíciles posibilidades para mejorar de condición social?, ¿se puede llamar arribista a quien de modo brillante se hace indispensable y tiene la capacidad de prever las necesidades de otros?, ¿querer mejorar el modo de vida es arribismo?

Por momentos cercana a la poesía del expresionismo alemán; por otros, a las mejores escenas de Los locos Adams (dice C. y tiene razón) o del cine mudo de principios de siglo XX. El gran hotel Budapest es (como diría una buena reseña de crítica cultural) inteligente y divertida. Una comedia que cuenta tragedias, una comedia policíaca, una trama justa con todos sus personajes y un casting insuperable. El poder no siempre está detrás de la fuerza, de la imposición y del dinero; también está inserto en aquellos hilos que tejen sus redes de solidaridad entre silencios y llamadas telefónicas, entre toallas secas y baños calientes, aunque, muchas veces, nada puedan hacer ante un disparo o la bota que destruye rostros. 

1 comentario:

gonzzo dijo...

Gustave es agua... "be water, my friend..." decía Bruce Lee...