miércoles, 6 de agosto de 2008

"Persépolis": "Me gusta ser mujer y odio a las histéricas" (aunque a veces...)

Llegué a ella de la mano de alguien que me ha dado el bello regalo de sus imágenes, sus sonidos, sus palabras, la musicalidad del hermoso francés...

Creo que siempre recordaré el rostro de Marji Satrapi en el aeropuerto de alguna ciudad europea: el rostro de la nostalgia y de las ilusiones perdidas, o bueno, casi perdidas, porque ahí está la figura de la abuela para hacer advenir la magia de los jazmines recién cortados, la magia de las palabras que se burlan de la trascendencia de nuestros más cotidianos y singulares sentimientos. Tal vez todos necesitemos una abuela como ella; tal vez no... Una voz que nos recuerde que el resentimiento, el rencor, sólo es el resultado de no aceptar una realidad, un error –como dijo otro alguien sabio y amoroso-, una voz que nos recuerde que los tropiezos, las “idioteces” de los otros, sólo son el resultado de su estulticia (de su propio mundo, simplemente), y que no pueden hacernos perder nuestra dignidad, nuestra integridad, porque siempre, siempre tenemos una alternativa... “Y sin embargo”...

Los directores no habrían podido escoger una estética mejor. La animación permite que lo más atroz sea parte de una memoria distanciada, que lo más “cursi” sea un contenido más de los años de aprendizaje (toda la vida), que la violencia y la opresión despierten el uso sagaz de la lengua y el refinamiento de todos los recursos.

Derecha e izquierda, oriente y occidente. ¿Dónde estaban los “revolucionarios” cuando Marji dormía en las calles de Viena?, ¿dónde estaba la "democracia" cuándo no tenía a dónde ir, cuando su mano tenía una mancha de sangre?, ¿dónde estaba la “revolución” cuando casi la mata una pena de amor? El hombre, sus guerras, sus conflictos; el hombre, su miseria, su soledad, sus fracasos... Marji sobrevivió a una guerra, a una “purga” del gobierno iraní, y casi la lleva a la muerte la infidelidad de un hombre... El amor cambia de rostros y algunas veces los idiotas somos nosotros...

Los tenis Adidas, Bruce Lee, el Dios de oriente, los sueños, los egoísmos y el orgullo de la niñez; Dios y Marx en un mismo cielo, los bárbaros en nuestro occidente “blanco”, la orfandad del extranjero, del exiliado, del inmigrante, del “provinciano”, el lento y brusco proceso de adaptación, la identidad que se resquebraja, el yo que casi desaparece, las voces que simplemente siguen su camino, la amargura, la venganza, la fuerza, la voluntad, “nuestra caverna sensorial” como un tesoro hallado, la ilusión; la voluntad impostergable de los días, la vida... Bellas imágenes-sonidos, tristes imágenes-sonidos, dones para mi memoria cinematográfica, para nuestra memoria vital.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ok Paula. Veré la Película. Tomo tu escrito como una invitación sin pretensiones. También aprovecho para darte las gracias porque en este trasegar de conocerte me has llevado por el sendero de libros y películas que tienen en este momento de mi vida gran significación....

Un abrazo,

Armando.

Pd: Siempre te leo aunque no siempre escriba un comentario.

Lauren Mendinueta dijo...

Me ha gustado mucho tu blog, Paula. Visité varias entradas y pasé un buen rato. Un abrazo

Anónimo dijo...

Fijate, esta fue la última pelicula que vi en el cine club este año, antes de que el trabajo me absorviera...
Sabes por qué me gusto? Porque me sentí identificada con muchas situaciones, en especial la relación entre Marji y su abuela... En el momento que vi la pelicula, atravesaba ese díficil momento... la perdida de esa gran mujer, ese gran vacio en mi vida.

Ana María