jueves, 24 de octubre de 2013

Blue Jasmine



Rubia, glamorosa, blanca, alta, esbelta, de ojos azules, de "bellas" facciones, de "buen gusto" y "buenos modales", Jasmine ha aprendido desde pequeña que uno no es quien es, sino quien quiere parecer. Desde niña, adoptada, al igual que su hermana, se convirtió en la preferida de sus padres y, en lugar de terminar su carrera de Antropología, se casa con un hombre que le promete lo que sus padres querían para ella: "Vivir como una reina". Así, Jasmine pasa sus días entre casas de playa, hoteles caros, avenidas llenas de tiendas de famosos diseñadores, reuniones con amigas, preparación de fiestas, comidas y almuerzos de beneficiencia. Jasmine es el complemento perfecto para la "respetabilidad" de cualquier hombre que sea o aspire a ser "público": un "gran" empresario o un pretendiente a político. Jasmine es el perfecto adorno de la casa amplia al frente del mar o a las afueras de la ciudad; Jasmine lo sabe, le gusta hacer ese papel y ha olvidado cualquier otro.

Pero en esos mundos donde lo más importante es la apariencia -esos que tanto critica Woody Allen cada vez que puede-, un descuido puede ocasionar que emerja una parte de la realidad. Entonces, Jasmine, fuera de todo su mundo conocido, debe empezar de nuevo, pero no entiende cómo debe hacerlo. Ella es la mujer que la mayoría de los hombres quieren encontrar cuando llegan a la casa, la que quieren exhibir en las reuniones y fiestas: la perfecta dama, una muñeca de colección, un florero caro. Jasmine nunca será infiel, Jasmine siempre estará del lado de su marido, Jasmine siempre lucirá perfecta, pero cuando cualquier amenaza aparece y ella sienta que pierda lo conocido, entonces se romperá por dentro (no por fuera; eso no está permitido) y cometerá un acto desesperado. Jasmine es la analogía perfecta del sueño de muchas mujeres (increíble cuántas) que aun aspiran a que un hombre rico las mantenga, mientras ellas sólo deben dedicarse a ser bellas y perfectas; el peligro está en la fragilidad que construye esa imagen...

Los personajes de Allen no caen en la caricatura: ni los que vienen del mundo de la opulencia, ni aquellos que habitan en el límite de lo estrictamente necesario. Jasmine es encantadora con quien le conviene serlo y terriblemente ácida con quien no le representa ningún beneficio económico o de "buen nombre". Tiene el comentario perfecto y el perfecto tema de conversación con quien quiere congraciarse y es, insoportablemente amarga con quien no entra en los estrechos límites de su visión de mundo. Ginger, su hermana, es la "consentida" por la dirección de Allen, aunque de otra manera; ella y sus dos parejas son las víctimas del mundo de apariencias construido por quienes creen en él, tan solo porque ellos son los que ya están acostumbrados a no tener, a no ganar. Ginger, a diferencia de Jasmine, es capaz de reconocer sus errores y empezar de nuevo, es la mujer de los eternos comienzos y de los limpios finales.

No tan divertida (ni tan esnobista) como Medianoche en París, no tan ligera como A Roma con amor o Si la cosa funciona, no tan amarga como Match point o -de cierta manera- Conocerás al hombre de tus sueños y, menos mal, no tan cliché como Vicky Cristina Barcelona, Blue Jasmine tiene el guión perfecto, las actuaciones perfectas y la carga de humor adecuada para que el espectador no quede contagiado con el "break down" del personaje ni empalagado con su "encanto" discriminativo. Lo esencial para que se genere la compasión y, al mismo tiempo, la distancia: un blues perfecto.

CODA: ¿Quiénes son los encargados de elegir los cortometrajes nacionales que se presentan antes de la película en las salas de Cine Colombia? ¿Cuándo van a dejar de pasar (llevo más de un mes repitiéndomelo) ese "juicioso" ejercicio cinematográfico, pero pésima pieza de creación titulada Fábula? Ahora me entero que ha representado a Colombia en festivales internacionales y nacionales... Este trabajo final de grado de un estudiante de la UJTL sirve para demostrar que se tienen los conocimientos técnicos sobre cine, pero que estos no son suficientes para hacer cine; tal vez sí, si a lo que aspira el director es a dedicarse a la publicidad o a las películas decembrinas (y en este caso, tendría que retirar todo lo dicho). Este cortometraje tiene demasiados clichés que van desde el anciano que camina encorvado y algo cojo, hasta el muñeco de madera que sólo puede ser un "Pinocho" y la música que llena al espectador de sentimientos tipo comercial de Bancolombia. Sentimientos fáciles e imágenes fáciles... Ojalá trascenderlas sólo sea cuestión de práctica.

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