jueves, 8 de enero de 2015

Big eyes:




Qué es arte y qué no lo es y quién lo decide… Qué es un artista y qué no lo es y cómo se define esto… La más reciente película de Tim Burton habla de esto, pero, sobre todo, habla de una mujer y de lo que para ella era su arte, lo más preciado de su vida (junto con su hija): sus cuadros de niños de ojos grandes. Todos los hemos visto en algún momento, en algún lugar; se han vuelto tan comunes que, a veces, pareciera que no es obra ya de una sola persona, sino de varias que los producen en serie. Es la obra de Margaret Keane.

No puedo evitar pensar en los cuadros de Botero y me siento como el crítico de la película que, sentado como el sumo pontífice de la academia artística, dictamina que “eso” no puede ser arte. Si el arte que hace época tiene la característica de validar un estilo personal, ¿qué es lo que puede hacer ver como kitsch ese estilo?, ¿cómo es que hemos llegado a asumir lo kitsch como un sinónimo de “mal gusto”, de lo que, definitivamente, no podría hacer parte de una exhibición de arte “puro”?

Es la década de 1960 en Estados Unidos; la época del pop art, el momento en el que la cultura de masas es asimilada directamente dentro de las obras de arte y el momento también en el que el arte empieza a ser mayormente asimilado por esa cultura de masas: compramos afiches de obras de arte y postales de obras de arte, porque no podemos pagar una obra de arte “original” o porque nos parece un gasto innecesario, excesivo. Aun así, algo dentro de nosotros, una percepción estética aprendida (¿de dónde?) nos dice que no es lo mismo, que nuestras paredes son lo kitsch de lo kitsch; o también nos dice que de eso se trata: de eliminar el límite entre la “pureza” de un “original” y lo espurio de tener la copia, entre el “elitismo” de conocer la diferencia y de pasarla por alto o de ignorarla…

En esta época, Margaret vuelve a creer en el amor y su esposo se dedica a comercializar sus cuadros, a su nombre; su experiencia de agente inmobiliario le permite venderlos, trastocando el discurso artístico por el discurso de las emociones, aquello que “toca” a la mayor cantidad posible de gente. Ahora, cuando las carreras artísticas o de letras empiezan a incluir en su currículo clases de “gestión cultural” para que el artista sea, al mismo tiempo, su agente, las tácticas del esposo de Margaret podrían resultar muy útiles. Margaret decidió que pintar era lo único que le importaba; su esposo decidió que el reconocimiento y la fama eran lo único que le interesaba del arte. ¿Dónde está el artista?, ¿qué es un artista sin reconocimiento, sin visibilidad?, ¿qué es la visibilidad sin la “honestidad” artística?, ¿de qué se trata, realmente, ese “reconocimiento” o esa “honestidad”?, ¿qué hubiera sido de la obra de Margaret sin el trabajo "publicitario" de su esposo?


Burton filmó una fábula basada en hechos reales y de allí proviene un estilo que muchos han calificado como falto de su “marca”: la estrategia de no repetirse, de encontrar algo “nuevo”, aunque basado en no pocos elementos “kitsch” de los que él se siente un muy orgulloso heredero.

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