jueves, 18 de junio de 2015

Ella:



Un profesor de cine me enseñó que cuando nos sentamos frente a la gran pantalla y lo que vemos nos parece “bueno”, nos “gusta”, se nos olvida toda la teoría cinematográfica y nos conectamos directamente con el disfrute de la experiencia estética. Lo contrario ocurre cuando no nos “gusta” lo que estamos viendo; en este caso, el crítico cinematográfico (o literario o deportivo) que todos llevamos dentro se activa, se vuelve consciente. Esto me sucedió con Ella.

Todo parece ir bien (los primeros 30 minutos) hasta cuando las escenas empiezan a repetirse sin remedio: un tiroteo, una persecución, un charco de sangre, el corte de una pierna de res, los primerísimos primeros planos sobre los rostros de los muchachos masacrados en el riachuelo y luego apilados en la estación de policía, los rostros de muchos de aquellos que pasan la mayor parte de su tiempo entre las celdas de la UPJ. Es la pobreza y la violencia que habitan entre las calles de un barrio bogotano, en lo alto de sus montañas, la pobreza y la violencia que son tan difíciles de representar en una película o en cualquier obra de arte, porque siempre existe el riesgo de caer en la victimización, en la exageración, en la tipificación. La directora eligió el blanco y negro, precisamente, para evitar estos riesgos, para distanciar lo abrumadoras que podían resultar las imágenes para el espectador, pero el descuido en el trabajo del guión y en el de edición hacen que ese esfuerzo resulte insuficiente, aunque las imágenes no resultan abrumadoras, sino gratuitas. En este caso (y quizás en todos), menos siempre resulta más.


Tal vez habría que recordar La estrategia del caracol; los personajes, claro, son distintos, porque no funciona igual un inquilinato en Ciudad Bolívar que uno en el centro, pero las actuaciones no son el problema de Ella. Por el contrario, los protagonistas elegidos hacen una excelente interpretación de su papel (algunos papeles secundarios sí caen en actuaciones acartonadas, pero son la minoría). El problema, entonces, es una historia que reitera la falta de alternativas para las vidas de los personajes, pero que no lo hace de manera creíble, y cuya solución parece ser una venganza con la que el espectador no logra conectarse del todo (o al menos, no yo). La historia se complica y se alarga sin aportar demasiado a la propuesta estética. Si el tag line de la película es “por la dignidad humana”, no sé qué tanto logra demostrarlo la historia, su representación. Juzguen ustedes.

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