Un profesor de cine me enseñó que
cuando nos sentamos frente a la gran pantalla y lo que vemos nos parece “bueno”,
nos “gusta”, se nos olvida toda la teoría cinematográfica y nos conectamos
directamente con el disfrute de la experiencia estética. Lo contrario ocurre
cuando no nos “gusta” lo que estamos viendo; en este caso, el crítico
cinematográfico (o literario o deportivo) que todos llevamos dentro se activa,
se vuelve consciente. Esto me sucedió con Ella.
Todo parece ir bien (los primeros
30 minutos) hasta cuando las escenas empiezan a repetirse sin remedio: un
tiroteo, una persecución, un charco de sangre, el corte de una pierna de res, los
primerísimos primeros planos sobre los rostros de los muchachos masacrados en
el riachuelo y luego apilados en la estación de policía, los rostros de muchos
de aquellos que pasan la mayor parte de su tiempo entre las celdas de la UPJ.
Es la pobreza y la violencia que habitan entre las calles de un barrio
bogotano, en lo alto de sus montañas, la pobreza y la violencia que son tan
difíciles de representar en una película o en cualquier obra de arte, porque
siempre existe el riesgo de caer en la victimización, en la exageración, en la
tipificación. La directora eligió el blanco y negro, precisamente, para evitar
estos riesgos, para distanciar lo abrumadoras que podían resultar las imágenes
para el espectador, pero el descuido en el trabajo del guión y en el de edición
hacen que ese esfuerzo resulte insuficiente, aunque las imágenes no resultan
abrumadoras, sino gratuitas. En este caso (y quizás en todos), menos siempre
resulta más.
Tal vez habría que recordar La estrategia del caracol; los
personajes, claro, son distintos, porque no funciona igual un inquilinato en
Ciudad Bolívar que uno en el centro, pero las actuaciones no son el problema de
Ella. Por el contrario, los
protagonistas elegidos hacen una excelente interpretación de su papel (algunos
papeles secundarios sí caen en actuaciones acartonadas, pero son la minoría). El
problema, entonces, es una historia que reitera la falta de alternativas para
las vidas de los personajes, pero que no lo hace de manera creíble, y cuya
solución parece ser una venganza con la que el espectador no logra conectarse del
todo (o al menos, no yo). La historia se complica y se alarga sin aportar
demasiado a la propuesta estética. Si el tag
line de la película es “por la dignidad humana”, no sé qué tanto logra
demostrarlo la historia, su representación. Juzguen ustedes.
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