domingo, 4 de enero de 2009

Vicky-Cristina-Barcelona: “Té para tres”

Más allá de las comentadas escenas entre Penélope Cruz y Scarlett Johansson (que en realidad no son para tanto; sólo un beso entre dos actrices muy bellas y muy sensuales), la película de Woody Allen tenía muchas expectativas para mí que he visto cada una de las películas de este director con el mismo encanto de la primera vez. A pesar de toda la espera, a pesar de toda la publicidad que se le ha dado a esta película, Vicky Cristina Barcelona no supera a la excelente Match point (no he visto Scoop, 2006) y no tendría por qué hacerlo (aunque yo lo esperaba o, por lo menos, que me dejara tan conmocionada, pero no fue así); la intención de Match point es diferente de la de VCB. Si en MP Allen explota con gran maestría las profundidades del drama y del alma humana a la manera de un Dostoievski en traje de gala, en VCB Allen juega con esas mismas profundidades y las deja ahí, a la vista de todos, en la más sutil de las superficies.

A pesar de la aparente banalidad de la historia y de los personajes, y de su estereotipia, encontramos el Allen que usa ese ya familiar narrador en off que resalta los pensamientos y las causalidades de los personajes; también la eterna y lacónica disposición de los créditos, en dos columnas, sobre la pantalla en negro. Y esta familiaridad es la que permite acercarse a la película, entrar en ese mundo en donde reinan las emociones humanas, las complejas, absurdas, convencionales, apasionadas, caprichosas relaciones amorosas, amistosas...

Es curioso ver a Javier Bardem y a Penélope Cruz actuando como españoles: explosiones de celos, gritos, intentos de asesinato, sexo desenfrenado y “libre”, arte sublime y poesía, calor, mediterráneo, bohemia. Cuando Allen se aleja de su amada Nueva York, puede caer en la homogeneización de los espacios; eso no sucede con Match Point, pero sí en Vicky Cristina Barcelona; Barcelona y Oviedo sirven como escenario de fondo a la mirada estadounidense o, tal vez, la pretensión sea exactamente esa: mostrar a estas dos mujeres que sólo vienen a pasar el verano en una tierra exótica. Cristina lo vivirá como una experiencia más en su larga lista, en su larga e insatisfecha búsqueda; para Vicky será el encuentro con algo que no sabía de ella misma, pero que se disipa, se vuelve nada; para ambas será un elemento más de su “civilizada” amistad...

Tal vez esto sea lo que más recuerde de la película: “toco madera”, “el que escupe para arriba”, “no digas de esta agua no beberé”... Mandatos de la cultura que a veces resultan ciertos sólo porque no aceptamos aspectos de nosotros mismos o nos hemos obligado a no aceptarlos, porque nos han enseñado el temor a confiar en nosotros mismos y en nuestras elecciones. Los principios, las creencias se basan en elecciones que pueden ser flexibles, pero que no tienen que estar supeditados a la fuerza del “destino” o a la de la “cultura”. Vicky cree que ha salido de uno de estos mandatos, pero fiel a su huida del caos, así sea sólo un simulacro, bajará las escaleras eléctricas y tomará un café o un buen vino...

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