domingo, 16 de agosto de 2009

Folletín adolescente...


Mi compañera decía que no fuera, que quien iba a Makro salía con la marca del diablo, que estaba en el código de barras del producto que comprara… Se acababa el siglo XX y en Cali se abría el primer hipermercado. Mi compañera estaba buscando a Jesús en una iglesia donde todos cantaban y bailaban muy contentos –y yo sentía un poco de envidia–; yo estaba buscando… Yo sólo tenía curiosidad… En aquel hipermercado encontré un CD (el segundo que tuve) que tenía en la carátula una especie de nave espacial y algo que podía ser un planeta… Me gustaba repetir, casi gritar, como anoche, “de saber que vendrías te tendría un pastel” y “nada me alivia tanto como irte dejando atrás”, aunque en ese momento no tuviera nada que dejar atrás…

Era el tiempo de llegar del colegio e ir corriendo a prender la grabadora para escuchar el último fragmento del programa dedicado al rock en español, era el tiempo de llorar porque no alcancé a llegar a tiempo para escuchar y grabar la canción que necesitaba como nada más en el universo, era el tiempo cuando no sabía dónde se conseguía esa música, cuando no sabía a quién preguntarle… Es la época de Soda Stereo, de Fobia, de Estados Alterados, de Los Rodríguez, de Caifanes, de Fito Páez, de Rata Blanca y de Héroes del Silencio (ni modo, C.), es la época de Univalle, es la época de la panadería de la esquina sobre la autopista Suroriental, es la época de las tardes, las bellas tardes caleñas, las tardes de brisa y pan hawaiano. He olvidado los nombres de casi todos, recuerdo unos ojos, tal vez una voz y sí, sí recuerdo a alguien muy bien: lentes oscuros, pelo negro, grueso, lacio, largo, largo, jeans ajustados, negros, botas texanas, camisa a cuadros… Era alto y lejano, y tenía una bella novia que hacía juego con él… Lo recuerdo ahora porque se quedó con mi CD de Makro, con mi CD de Fobia, pero también me regaló otras cosas que siempre le agradeceré: una invitación a escuchar el Violator, escuchar a Depeche Mode…

Pasó mucho tiempo para tener otro CD de Fobia, aunque no el mismo; pasó mucho tiempo, pero “Los caminitos hacia el cosmos” nunca se me olvidaron… Anoche, como siempre, grité: “Nada me alivia tanto como irte dejando atrás”, “no entiendes porque no eres yo”, “mi pequeño corazón”, “nunca dijeron que podrías aparecerte tú”, “dame, dame miel del escorpión”, “regrésame a Júpiter”, “haré una alberca en tu ombliguito”, “hipnotízame, idiotízame”, “revolución sin manos” y otras más… Sonidos como juegos de niños, una voz que me sigue haciendo sentir mil cosas (y las piernas de Leonardo en plena acción…), sonidos que llegaban como si vinieran de otro planeta, los pies que se mueven solos, al ritmo de la cabeza…

Un concierto en Theatron es una rumba con música en vivo, pero nosotros no íbamos a tomar (no porque no quisiéramos), sólo a escuchar y a bailar. La espera se hacía larga, el dj también la hacía tediosa, Superlitio no pudo llegar a mejor hora; Elvis, el vocalista de Estados Alterados, estaba por allí también, apoyando a The Mills, y ¡cantó! Lo escuchamos, lo admiramos, lo queremos con otro disco, le disculpamos que se haya ido antes de escuchar a Fobia…

Lo bueno de no madurar del todo es que me siguen gustando ciertas canciones que no paran de sonar en la cabeza…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estuvimos al lado sin saberlo. Me emocioné cuando salió Elvis. (Como en el tributo a rock al parque, las bandas viejitas fueron mi parte preferida)
Grité como nunca con miel del escorpión, el microbito, veneno vil, revolución sin manos, el diablo, etc, etc...extrañe el crucifijo y descontrol.
Salí feliz. Hace mucho esperaba a Fobia.

caesar dijo...
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