domingo, 22 de noviembre de 2009

Cartografías literarias: Sonora, México (II)



Es la cena de cierre del evento. Hay comida por montones: tripas, costillas, cortes de carne, sábanas de harina de trigo para hacer nuestros burros, fríjoles en compota y lechuga, siempre lechuga, jitomate, chile y, claro, cerveza. La banda empieza a tocar y tímidamente empiezan a salir a bailar; los colombianos no se pueden quedar atrás y tratan de dejar en alto el nombre del país… Yo estoy emocionada por el día siguiente; iremos a Bahía Kino, un pueblo costero a dos horas de Hermosillo.

El mar, siempre será el mar, pero este mar tenía algo especial para mí. Hacía sol y tenía frío; el viento era frío y el agua también. En la noche hizo más frío; frente al mar, envueltos en cobijas, escuchaba las olas y comía totopos. Dormí bajo cobijas de lana, escuchando el mar. El desierto sólo lo había visto en la carretera: dos horas de desolada sequedad y calor, de fábricas abandonadas, veía las montañas a lo lejos, los inmensos terrones de tierra colorada, de formas irregulares, sin vegetación alguna. El desierto tenía que estar cerca, ese otro mar debía estar cerca, y lo estaba. Allí, del otro lado de la arena marina, se veía una carretera y vi un carro tomar por allí; me asomé y lo vi, sin fin… Abajo había enormes carros practicando alguna especie de carreras y procuré no acercarme mucho: allí empezaba la tierra seca, la vegetación seca, un amarillo de muchos tonos, una visión nostálgica que no sé cómo describir… Este desierto creado para mí por Villoro, Bolaño y González se hace mío en las imágenes y en el viento…
Fui muy lejos y escuché una palabra que el viento se ha vuelto a llevar, que es necesario que se lleve y me deje volver aquí, a este instante…


1 comentario:

Anónimo dijo...

Sabes por qué amo a La Guajira? Por ese mismo desierto que termina (empieza?) en el mar... El contraste de los azules (cielo y mar) con todos los tonos de amarillo y naranja que forman la arena de la playa y del desierto me produce mil sensaciones... Entiendo lo que escribes, es como si describieras esa tierra que por tanto tiempo me acogió...
Además, leo grandes elogios al tequila y a la cerveza... Supongo que te acordaste de tu prima y trajiste la prueba para que los pudiera disfrutar... (es broma, jajaja). Estoy feliz por tí, por que hayas podido vivir esta maravillosa experiencia. Besos!
Ana María