domingo, 1 de junio de 2008

DOG EAT DOG FILMS again


En Sicko, Moore nos vuelve a cuestionar sobre otras enfermedades contemporáneas. Esta vez, el cuerpo humano se exhibe en toda su fragilidad y quienes se autodenominaron como sus ángeles guardianes, se han convertido en empresarios... ¿Cuándo sucedió esto? Se pregunta Moore, y su respuesta sobreviene mientras cruza el mar que lo llevará a Cuba: porque estamos en una sociedad que evade el “nosotros” y se concentra en la defensa del “yo”...

Un hombre debe escoger entre cuál de sus dedos salvar, porque no puede pagar la cirugía de los dos; una mujer llora porque su empresa de salud le negó a su esposo una operación que pudo haber salvado su vida; otra llora porque en Estados Unidos los medicamentos que la mantienen con vida son casi inaccesibles, y descubre que en La Habana cuestan cinco centavos de dólar... “Es un insulto”, dice la mujer; sí, es el insulto de una sociedad para quien el bienestar de sus ciudadanos es, sobre todas las cosas, evitable, porque “una sociedad desesperanzada, temerosa, derrotista”, enferma y endeudada, es más fácil de “gobernar”, que una sociedad que no tenga miedo de salir a las calles a decir lo que piensa, que no tenga miedo de vivir en la plena búsqueda de su realización.

Cosas que no sabía, cosas que no nos cuentan: los fraudulentos negocios de Nixon con una empresa privada de salud para implantar en Estados Unidos este sistema; las jugosas tajadas que recibieron Bush y sus congresistas, gracias a la aprobación de una ley que daba infinitas ventajas a las empresas productoras de medicamentos; la “satanización” de la campaña que comenzó a hacer la esposa de Clinton para implementar un sistema de salud “universal” (para Estados Unidos)... La misma “satanización” a la que han sido sometidos muchos proyectos solidarios (que terminan siendo barquitos solitarios), por causa de los reduccionistas, de los extremistas, de los empresarios de la dignidad humana...

Esta película sería perfecta para presentar en todos los televisores de las EPS e IPS colombianas: mientras una mujer o un hombre firman una orden de rechazo para salvar la vida, la dignidad de alguien, mientras le “ahorran” dinero a su empresa, mientras ellos ascienden en el trepadero económico, los pacientes pacientes, los que esperan horas y horas a que alguien los escuche y los atienda honestamente, más allá de las pastillas para el dolor de cabeza o del estómago, llenan los formatos de sugerencias y reclamos, usan aquellos mecanismos que no sabemos usar por temor y por desesperanza; otros empezarán a soñar con irse a Gran Bretaña, Francia o Cuba, mientras la enfermedad sigue en nuestros cuerpos, expresándose en cada ilusión diaria...

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