domingo, 8 de junio de 2008

“Miráme esta belleza”:

A él lo encontré en mi adolescencia, detrás de un cuerpo, una nariz y una voz descomunal, que despertaron -y despiertan- mis más prístinas sensaciones... Gérard Depardieu ama especialmente estas palabras, según cuenta alguien muy cercano a sus vivencias:

“Todos los hombres son mentirosos, inconstantes, falsos, bastardos, hipócritas, orgullosos y cobardes, despreciables y sensuales: todas las mujeres son pérfidas, artificiosas, vanidosas, curiosas y depravadas: el mundo entero no es más que una cloaca sin fondo donde rampan las focas más informes y se revuelcan en montañas de fango; pero hay en el mundo una cosa santa y sublime, es la unión de dos de estos seres tan imperfectos y tan repugnantes. No pocas veces a uno lo engañan, lo hieren y lo hacen desdichado en el amor, pero se ama, y cuando se llega al borde de la tumba, uno se vuelve a mirar atrás y se dice: He sufrido no pocas veces, me he engañado algunas otras, pero he amado. Yo soy quien ha vencido y no un ser inventado por mi orgullo y mi aburrimiento”.

(Musset, On badine pas avec l’amour).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bendito sea el sublime amor...
Bendito cuando disfruto de su dulce sabor, cuando llena mi vida de euforia, de color azul, de sonrisas, de resplandor...

Bendito por mil lagrimas y desilusiones...

Bendito el hombre que me hace feliz en este momento y el que lo hará después...

Bendita la vida que me ha permitido conocer al amor...

Ana María