domingo, 9 de noviembre de 2008

Caramelo


Los colores cálidos, la luz de oriente, el desierto cercano, el mediterráneo tan deseado...
Los detalles femeninos que a veces algunas mujeres despreciamos sin detenernos a observar la enorme fuerza que hay en ellos, la tenacidad con la que sostienen el universo... Los accesorios femeninos: los anillos, las pulseras, los aretes, los collares, el maquillaje, la depilación, el pastel, la “virginidad”, el matrimonio, los globos de colores, el esmalte, las flores, los vestidos, los cantos, hablar, hablar, hablar... Y tal vez ningún hombre jamás entenderá la importancia que puede llegar a tener para una mujer un nuevo corte de pelo, un vestido nuevo...
Beirut tan lejos, pero su calor tan cercano... El mundo se sostiene en la fragilidad de los detalles; las mujeres que cosen una media rota, el ruedo de un pantalón, aquellos capaces de detenerse un momento en el ojo de una aguja, en la forma de un bigote.
Nuestras “pequeñas resistencias”... La valentía de un “no” dicho a tiempo y claramente para evitar ser atrapados, para evitar morir en vida. Admiro eso sobre cualquier otra cosa que pueda existir en este mundo...
Caramel, una película de miradas femeninas, un hombre ausente, sin rostro, un hombre como tantos, un hombre “pescador”, un hombre-teléfono, un hombre-claxon, un hombre triangulado, un hombre que deja la responsabilidad de decidir a los demás, a las mujeres... Un hombre cualquiera, uno como tantos otros que todavía no merecen un rostro... Otro que simplemente se va y se lleva los años, la piel de una mujer, ¿cómo fabricarse otra? Pero otro hombre, uno que usa pantalones cortos sólo para ver de nuevo a su dama... Pero otro hombre, una presencia sutil, una sonrisa honesta, vitalidad que no se impone, vitalidad que es, hombre en universos femeninos, hombre que escucha y observa, bello hombre, que no sabe bailar y que baila...
Un sí que no puedo entender aún, un sacrificio que no comprendo y que es bello y triste, sin embargo... Tomarte de la mano para recoger papelitos en medio de la calle... La soledad como resignación, mártires que se eligen a sí mismos...

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