miércoles, 28 de enero de 2009

El curioso caso de Benjamin Button

“El extraño caso de Benjamin Button” es la primera obra de Fitzgerald que leo, gracias a un regalo. El cuento de Fitzgerald no es la película de Fincher (el guión es de Eric Roth). La intención de Fincher en El curioso caso de Benjamin Button es diferente a la de Fitzgerald; aquí, más que en cualquier otro caso que recuerde de relación entre cine y literatura, la adaptación es fiel a su nombre y está bien que así lo sea. Por dos horas y media asistimos al nacimiento de una vida y a las analogías de la muerte, a un amor tejido de desencuentros y de encuentros, a una Historia de guerras lejanas y presentes, a una Nueva Orleáns de ensueño...

Si para Fitzgerald el orden paterno es perpetuo, para Fincher no; siempre existe la posibilidad de un nuevo comienzo, si hay la suficiente valentía para hacerlo. Si para Fitzgerald la normalización es una forma de aparentar ese orden paterno, para Fincher es la manera de decir: “Nunca sabemos qué se debe esperar”... Admiro a esos personajes-madre con el amor suficiente para no amedrentarse ante nada y para asumir las eventualidades de la vida como lobos (lobas): sin rencor y sin orgullo; así como vienen y en el momento que vienen, sin lástima por sí mismas, sin quedarse en el papel de sobrevivientes, con todo el amor y toda la fuerza de su alma salvaje...

Una hermosa bailarina, como lo son todas las bailarinas, como lo es el cuerpo cuando baila desde adentro... Una hermosa mujer que vive y ama...

Button no necesita nada más; tiene lo que a muchos nos hace falta tantas veces: su curiosidad y su comprensión de la vida como un aprendizaje, su capacidad de asombro y de sentir cosas nuevas, su capacidad de acercarse a quien tiene un punto de vista distinto, y de decir: “Duró lo que tenía que durar”... El reloj va hacia atrás, pero la vida va hacia delante, hacia su renovación; el cuerpo va hacia atrás, pero la mente sigue su curso...

Si en Fitzgerald, Button quiere ser un héroe de guerra, para Fincher, la guerra no es un asunto de patriotismo; si en El club de la pelea, Fincher centraba la fuerza de sus personajes en el no necesitar, en El curioso caso de Benjamin Button, la fuerza está en no necesitar y en tampoco necesitar demostrarlo...

1 comentario:

Ricardo Astrauskas dijo...

Parece entonces que como siempre en todas las Libro/peliculas, es mejor el libro.

Un saludito