jueves, 29 de diciembre de 2011

Incendies:



“La muerte no es el fin de la historia”. Esta frase podría resumir esta película (basada en una obra de teatro), ésta y una ecuación: uno más uno es igual a uno… Parece un anacronismo hablar de las luchas entre musulmanes y cristianos, y es una lástima que no lo sea, más aún cuando esta película recuerda las guerras civiles que han atravesado varios países del Medio Oriente por ese anhelado anacronismo.


Estampas de la Virgen adheridas a los fusiles, hombres, mujeres, niños y ancianos acribillados una y otra vez a la vista de la cámara, casas y buses ardiendo al sur del país y una madre buscando a su hijo, ese que nació del amor, pero creció entre la guerra para convertirse en una máquina del terror… Cierro los ojos y oigo los tiros, las granadas explotando, el fuego atravesando las telas, la madera, consumiéndolo todo; me pregunto si es necesario mostrar la sangre, el fusil apuntando y la niña cayendo, el niño cayendo, el amante cayendo… Cierro los ojos y pienso en este país que habito, en las fotografías que he visto, en el dolor que he visto y sentido…


El amor puede producir monstruos y éstos pueden crear, de nuevo, amor. La verdad aparece para cerrar círculos de rabia y dolor, para que un cuerpo pueda mostrar su cara al sol; la verdad aparece para mostrar qué poco conocemos a nuestros padres, para enseñar su resistencia, su valentía y la historia de un país desconocido, para mostrar que el objetivo de un largo viaje es regresar a darnos cuenta de lo que hay a nuestro lado.


Nada como una canción de Radiohead para acompañar este viaje…

1 comentario:

Videodrome dijo...

Muy bacana la entrada, Paula, así como el filme en cuestión. Es interesante el punto de giro del final y el cómo usaron el contexto histórico para plasmar esta historia tan bella y trágica al tiempo.

Te deseo lo mejor en el 2012.