Caminamos por
paisajes de ensueño, de cuento de hadas, de intrigas, celos, chismes, de
conspiraciones, de poder; caminamos por los jardines de palacios, por los
caminos que recorrió a aristocracia en
un ya doblemente lejano siglo XVIII.
Paisajes que hice míos en las películas que he visto, en las novelas que
más me gustan del siglo XIX y XVIII, en los cuentos que escribí cuando tuve
catorce años… Paisajes de Postdam que
ahora son parte de su Universidad.
Me quedo sola
en la ciudad y me atrevo a salir a caminar.
Entro al supermercado, compro algunas cosas, busco donde almorzar; uso
señas, chapuceo el inglés y logro tener un plato en mi mesa; tomo mi maleta,
desciendo al metro, siento el calor de sus túneles, el viento del tren que ya
se acerca; cuento las estaciones y miro mi mapa, escucho las voces de los que
van a mi lado, del que entra a pedir alguna ayuda por motivos que, obvio, no
entiendo. Siento y ya empiezo a recordar
para el futuro los motivos que me trajeron a Berlín y la salchicha y las papas más
caras (pero también las papas más ricas) que me he comido en la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario